Por John Hughes – Aún más sobre el interés público, o: ¡Exigir lo imposible!
Documento original: Yet more on the public interest, or: Demand the impossible! [8/03/2025]
Mi amigo Walter Ross recientemente envió un comentario sobre mis artículos sobre el interés público y los voy a publicar aquí para asegurarme que sea visible de la manera apropiada (en la medida en que estar en este blog sea una forma de visibilidad):
… sus recientes columnas sobre el “interés público” – un concepto maleable, como Ud. señala – me han llevado a pensar y reflexionar sobre nuestra profesión contable. Yo estaría interesado en los puntos de vista de su pequeño, pero influyente grupo de seguidores sobre el rol de nuestra profesión. Así que permítame si puedo iniciar una conversación.
Mi carrera en la profesión contable ahora parece como historia antigua. Además, en nuestros tiempos actuales y caóticos la noción de cualquier cosa que se parezca a “generalmente aceptado” (como en los principios de contabilidad) parece bastante pintoresca. Sin embargo, aunque creía en el buen servicio al cliente, siempre pensé de mí mismo como independiente de mis clientes y comprometido en una actividad que proporcionaba beneficio público. Entendí que esas actitudes eran el ethos [espíritu] de la profesión, arraigado en la manera como hacíamos las cosas, más que estar codificadas en un libro de reglas.
Hace treinta y cinco años, en 1990, antes del uso generalizado de internet y del mundo actual de los grandes datos, Ursula Franklin tituló sus Massey Lectures The Real World of Technology [Conferencias Massey El mundo real de la tecnología]. Ella describió que las “tecnologías desde-abajo-hacia-arriba incorporarán oportunidades para la reciprocidad e incluirán indicadores del conjunto continuo de problemas, relacionado, por ejemplo, con salud física, ambiental, o institucional”.
Ella continuó. “El campo de la contaduría profesional y de la teneduría de libros tiene la urgente necesidad de tecnologías redentoras. Para tomar decisiones socialmente responsables, una comunidad requiere tres conjuntos de libros. Uno es el libro acostumbrado de dólares-y-centavos, pero con una columna clara y discernible del dinero ahorrado. El segundo libro se relaciona con las personas y los impactos sociales. Cataloga las ganancias y pérdidas humanas y comunitarias tan fielmente como las ganancias y pérdidas financieras documentadas en el primer libro. En el tercer libro es registrada la contabilidad ambiental. Este es el lugar para dar cuentas detalladas de las ganancias y pérdidas en la salud y viabilidad de la naturaleza, así como también en el entorno construido”.
Franklin no comenta sobre el rol de la profesión contable.
¿Cómo podría ser una profesión independiente del siglo 21 con un mandato robusto para el interés público, que aceptara el desafío de Franklin? Aquí continúa:
Primero reportamos sobre todas las entidades que sean generadoras de los bienes y servicios materiales que necesitamos. Reportaríamos a (y seríamos pagados por) la entidad responsable – los accionistas de las corporaciones públicas o privadas, los miembros de la empresa cooperativa o mutual, el gobierno de un negocio patrocinado por el gobierno. Básicamente las cuentas del “dinero” de Franklin, el conjunto de libros de Pacioli.
Segundo, reportamos ampliamente a nuestra comunidad – un reporte comunitario – sobre los impactos sociales, midiendo las consecuencias de la actividad económica, las implicaciones para los trabajadores, la distribución de la riqueza generada, las implicaciones de la salud para los usuarios de los bienes y servicios producidos, etc.
Finalmente, reportamos para las generaciones futuras – un reporte ambiental centrado en la sostenibilidad de nuestras actividades económicas para proteger la salud de largo plazo y la viabilidad del mundo natural.
Algunos aspectos sociales y ambientales se han filtrado en nuestros libros y reportes de Pacioli bajo el disfraz de las presiones del “stakeholder” y de estructuras de presentación de reportes tales como la Global Reporting Initiative. Pero son inadecuados para los desafíos que enfrentamos.
Las estructuras de medición y presentación de reportes para los reportes sociales y ambientales (a ser pagados por los gobiernos a nombre de las comunidades y las generaciones futuras) evolucionarían con el tiempo en la medida en que la calidad y la “aceptación general” de la información se incruste en la manera como hacemos las cosas.
¿Podríamos imaginar una profesión de contaduría pública independiente como la vanguardia del cambio? Vamos Walter. Sea realista. Está exigiendo lo imposible.
¡Vaya! Bien, como dijo al principio, el objetivo es iniciar una conversación, así que veamos. Haré un par de comentarios para ello:
El centro de atención de mis artículos realmente estaba en lo que el concepto de “interés público” significa hoy, en el mundo en que nos encontramos y dentro de los requerimientos actuales de presentación de reportes (lo cual, como ya he explicado, considero requiere un cierto grado de oposición consciente a las fuerzas trumpianas). Los pensamientos de Walter están implícitamente basados, pienso yo, en el supuesto de que superaremos el caos actual y el cortoplacismo y alcanzaremos una perspectiva colectiva más audazmente racional, dentro de la cual esos saltos audaces podrían ser posibles. Puede que así sea, pero a mi me parece un viaje terriblemente complicado de aquí hacia allá, con mucho que los contadores consideren en el camino. ¿Cómo afecta eso a nuestro sentido del “interés público” – es principalmente un punto de referencia de largo plazo, relativamente no-cambiante (como nuestros conceptos abstractos de “honestidad” y “amabilidad”), o es más dinámico que ello, de modo que el sentido de un contador respecto de comportarse en el interés público pueda algunas veces cambiar (o incluso revertirse por completo)…?
Las opiniones expresadas fueron casi todas las de Walter Ross, con solo algunas del autor habitual.
Esta traducción no ha sido revisada ni aprobada por el autor.