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Por Jim Peterson – Colapso del intento de división de EY – Preguntas para el modelo de auditoría
Documento original: EY's Collapsed Split Attempt -- Questions for the Audit Model
El colapso del Project Everest [Proyecto Everest], el intento fallido del gigante de contabilidad EY para dividir sus prácticas de consultoría y auditoría, deja un paisaje similar a un campo de batalla medieval – sembrado de víctimas y asediado por saqueadores.
El estado de ánimo es sombrío – un socio retirado ve “mucha animosidad dentro de la firma”, y un académico dice que “es probable que en el corto plazo ocurran agitación y cambios en el liderazgo”. Se anunciaron recortes de empleo para las firmas en los Estados Unidos y en el Reino Unido.
Intranquilas están las cabezas que llevan las coronas: Carmine Di Sibio, ejecutivo jefe global de EY; Hywel Ball, socio administrador en el Reino Unido; y su principal antagonista Julie Boland en los Estados Unidos. Los mandatos del liderazgo de EY están en juego, junto con la cohesión de la red y sus ingresos ordinarios de $ 45 billones en 2022.
Preguntas renovadas ahora están dirigidas a la idoneidad del modelo de Gran Auditoría – vea Bloomberg, el Financial Times, y The Economist. Tal y como los reporteros Amanda Iacone and Michael Rapaport lo expresaron (todo el énfasis es añadido):
“Los expertos dicen que algunos problemas están integrados en la forma misma como las auditorías están estructuradas, y que el sistema realmente proporciona incentivos para que los auditores no hagan una auditoría dura. Es difícil cambiar ello sin desechar todo el sistema y comenzar desde cero”.
Ese punto de vista no es compartido por los participantes. Los paquetes de compensación de los socios están vinculados por cadenas de oro a la veracidad no examinada de un producto anticuado de la era Victoriana. Sería impensable que ellos pudieran imaginar un mundo diferente.
Excepto que no lo es. La profundidad de la herida de EY todavía no se siente, con la potencial pérdida de clientes, el estancamiento de la práctica, y la caza furtiva y la huida de personal descontento. “Discusiones de contratación aceleradas” son iniciadas por competidores oportunistas, y se avecinan al menos dos litigios que amenazan-la-vida – NMC en el Reino Unido y Wirecard en Alemania.
Es bueno recordar que los granos de la verdad supuestamente eterna se muelen hasta convertirlos en polvo en los molinos de los dioses:
Los inquisidores de Galileo en el siglo 17 confiaban piadosamente en que el heliocentrismo estaba divinamente condenado.
“Si Dios hubiera querido que el hombre volara, le habría dado alas”.
“Pienso que hay un mercado mundial para quizás cinco computadores”, dijo el IBM Chairman Thomas Watson en 1943.
No siendo la ironía una característica de Bloomberg, la pregunta que hacen sus escritores merece un tratamiento serio y ampliado:
“Entonces, ¿la forma actual de hacer las cosas necesita ser desechada y reconstruida desde cero?”
“¿”Qué pasa si” ocurren la desintegración o el colapso de EY? Y la consecuencia inevitable: un modelo insostenible de Tres Grandes que haría indisponibles, a cualquier precio, reportes de auditoría para las compañías más grandes del mundo.
Problemas irritantes recopilados por Bloomberg confrontan a los contadores, con las manos apretadas de angustia y frustración – aquí se reformulan sumariamente como “los últimos estallidos de una serie continua y aparentemente intratable de crisis sobre la calidad de la auditoría, el rol de la consultoría, y la integridad de los auditores”:
Las firmas declaran que la auditoría “está en el corazón del DNA de esas firmas… Todas se toman muy en serio su rol de interés público…”, y los reguladores afirman que “Tenemos confianza de que la calidad de la auditoría ha mejorado, al menos en las firmas más grandes” – a pesar de los persistentes brotes que, como mínimo, sugieren lo contrario”.
“Las firmas, sus críticos, y sus reguladores durante 25 años han intentado resolver los problemas recurrentes de la industria – pero si bien algunos observadores dicen que la calidad de la auditoría ha mejorado en algunas medidas, no se han detenido las auditorías fallidas y los colapsos corporativos”.
“Todas las Cuatro Grandes firmas han tenido importantes estallidos de auditoría en los últimos años” – vea la atención actual puesta en KPMG como el auditor de los “three-fer” de los bancos estadounidenses que recientemente han fracasado, SVB, Signature y First Republic.
“Los auditores sostienen que realmente no son responsables por hacer lo mucho que los inversionistas piensan que hacen – algo que los auditores denominan ‘la brecha de expectativas’”.
“Incluso cuando los legisladores contemplan establecer límites altos para los auditores, el cumplimiento forzoso regulatorio de esas reglas históricamente ha resultado en sanciones que equivalen a un tirón de orejas…”.
“En teoría, la división de EY podría ayudar a aliviar las preocupaciones por el conflicto-de-intereses, pero una ruptura podría obstaculizar el acceso de los auditores de EY a la experticia, los especialistas, y la tecnología del lado de consultoría de la firma”.
Citando un abogado de los demandantes, “No pienso que nadie crea lo que los auditores dicen… Ellos no ven riesgo alguno de estar equivocados o de no descubrir algo, cuando hay el riesgo de descubrir algo”.
Haciendo hipótesis de un EY fallido y un futuro en el cual la opinión tradicional ya no es obtenible – la solución de todos los anteriores problemas está disponible en ese futuro:
Los proveedores de aseguramiento serían liberados de su rol encadenado como “auditores estatutarios” y se les permitiría proporcionar aseguramiento específico y personalizado, que se extendería a toda o parte de la información de la compañía, tanto financiera, como también de la Sostenibilidad.
El exceso de litigios por amenazas de muerte perdería su importancia. La “brecha de expectativas” sería cerrada, dado que las opiniones serían entregadas según contratos que definan el basarse en terceros y topes y límites a la responsabilidad.
Las firmas liberadas para ofrecer el rango completo de aseguramiento contratarían el rango igualmente amplio de talento y experticia requeridos. Se abrirían los caminos profesionales. Las limitaciones a la independencia del auditor y las restricciones al alcance del servicio habrían quedado obsoletas.
La presencia global comprensiva y la escala ya no serían esenciales, nuevos proveedores podrían ofrecer servicios de nicho según nuevas estructuras y capitalizados por nuevas fuentes – reemplazando las preocupaciones actuales por competencia limitada y rango de elección.
En lugar de responder a las prescripciones estrechas de los reguladores, las revelaciones y el aseguramiento serían comprobables y evaluados en los mercados de capital.
Anticipando la ansiedad de los burócratas, nada en este valiente nuevo mundo eliminaría ya sea la responsabilidad del emisor por revelaciones apropiadamente definidas para los inversionistas o la vigilancia confiable de los proveedores de aseguramiento.
No hay predicción de cuándo o si una red de las Cuatro Grandes podría colapsar de manera similar a como pasó con Arthur Andersen en 2002. Pero sería imprudente que no puede ocurrir o que no ocurrirá.
Ese futuro posible, sin embargo, no debe ser tan aterrador como para autocensurarse en un ejercicio de escrutinio que necesita que sea tanto minucioso como sincero.
Visite el blog de Jim Peterson en
https://www.jamesrpeterson.com/
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