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Por John Hughes – Contadores y confianza pública, o: ¡Más santos que el resto!
Documento original: Accountants and public trust, or: holier than the rest! [7/01/2025]
Se presentan aquí algunos extractos de un discurso recientemente pronunciado por Paul Munter, Chief Accountant of the SEC, en la Conferencia de AICPA CIMA.
Desafortunadamente, en todo el mundo, hemos observado casos de perfil alto de comportamiento poco ético de contadores que no estuvieron limitados a solo una firma, un emisor, o una jurisdicción. La recurrencia de errores éticos tiene consecuencias adversas en la profesión contable y en los mercados de capital globales, menoscabando la confianza pública tanto en los profesionales de la contabilidad como en la presentación de reportes financieros. También plantea preocupaciones amplias acerca de la cultura y el gobierno dentro de las firmas de contabilidad y dentro de los emisores.
Los contadores sirven como guardianes importantes para promover la integridad de nuestros mercados y proteger a los inversionistas, independiente de si son auditores internos o externos, preparadores, profesionales de impuestos, miembros de comités de auditoría, o sirven en otros roles. El valor de los servicios de un contador depende de su credibilidad y confiabilidad. La confianza es difícil de ganar y fácil de perder, a nivel tanto individual como de profesión, de manera que los contadores deben considerar la importancia de construir y mantener confianza todos los días.
Para los auditores, el fundamento de esta confianza radica en la independencia requerida del auditor. Cada miembro de una firma de auditoría debe tener esto en mente, y el liderazgo de la firma de auditoría debe reforzar este mensaje mediante defender activamente los principios contenidos en las reglas de independencia del auditor, en lugar de establecer un tono de independencia como un ejercicio de cumplimiento donde las violaciones a la independencia y las resultantes acciones de cumplimiento forzoso son solamente un “costo de hacer negocios”.
Para las firmas de auditoría y para los emisores, una cultura y un tono desde lo alto fuertes que priorizan hacer las cosas correctas por encima de todo empodera a todos los contadores, independiente de su rol o nivel de experiencia, para ejercer escepticismo profesional y, cuando sea apropiado, desafiar a la administración. En muchos casos, el fraude es eventualmente descubierto por un contador que ejerce escepticismo profesional, se niega a dejar de hacer preguntas, y no sucumbe ante la presión, pero esos comportamientos también son clave para elevar la calidad de la presentación de reportes financieros y de la auditoría.
Además de la importancia de una cultura y un tono desde lo alto fuertes, hay investigación académica que muestra que ese comportamiento está orientado principalmente por las personas que están directamente a su alrededor, a quienes algunos se refieren como el “estado de ánimo en el medio” [“mood in the middle”] o el “zumbido en el fondo” [“buzz at the bottom”]. Por ejemplo, un estudio académico específico para auditores mostró que el personal de auditoría estará más influenciado por el tono de su supervisor senior que por el del socio cuando esos dos individuos proporcionan tonos en conflicto. Por consiguiente, los líderes deben asegurar que el tono que establezcan en lo alto realmente es seguido a través del resto de la organización…
Con preocupaciones continuas en nuestra profesión acerca de nuestra capacidad para continuar atrayendo y reteniendo individuos talentosos que estén dedicados a servir en el interés público, considero que estamos en un punto de inflexión. Esa es la razón por la cual todos nosotros debemos recordar que los profesionales que nos rodean están aprendiendo mediante nuestro ejemplo y siguiéndonos – es responsabilidad de cada uno de nosotros tomar en serio nuestra responsabilidad para construir y mantener la confianza pública en nuestra profesión.
Desafortunadamente, los ejemplos específicos de Munter respecto de cómo los contadores tienen que promover el interés público no están a la altura de eso que se quiere construir y mantener: observa que es crítico “que los preparadores vean la presentación de reportes financieros como una actividad de comunicación, y no como un ejercicio de cumplimiento”, y que “los auditores estarían bien servidos viendo a los inversionistas, y no a la administración, como sus clientes”. Pero dejando a un lado esto, son comentarios interesantes, no obstante, el tono prevaleciente de un director que señala con un dedo a sus subordinados de bajo rendimiento.
Desafortunadamente, tal y como reflexioné aquí, hay buenas razones para pensar que el valor de la confianza puede estar erosionándose. Cualquiera sea la opinión que uno pueda tener sobre la elección de Trump, ciertamente no estuvo basada en una exhibición convencional de promesas y capacidades en competencia: las probadas corrupción e inmoralidad de Trump, así como las mentiras compulsivas, están lejos de ser pasivos descalificantes, parece que para muchos votantes han sido vistos como activos, lo cual es evidencia de la capacidad para trascender los límites y fronteras normales, romper el molde, drenar el pantano. Ha prometido desmantelar instituciones durante largo tiempo establecidas, para designar en puestos clave a personas no confiables, para ignorar normas éticas; fomenta expresiones de violencia y odio; y sin embargo los líderes corporativos han estado apresurándose a congraciarse con él. Si “tono desde lo alto” significa cualquier cosa en un sentido amplio de nación, Estados Unidos está ingresando en un período de malignidad desbordante, que presumiblemente podemos esperar que se filtre a través del país y sus instituciones. Es melancónico pensar que la profesión contable – que después de todo está llena de votantes de Trump motivados por las finanzas – de alguna manera se mantendría al margen de esto.
En este contexto, los comentarios de Munter sobre el zumbido en el fondo y demás sonarán falsos si en la práctica se traducen principalmente en cargar a las firmas de auditoría con expectativas no realistas y aprovechar transgresiones menores como evidencia de corrupción. Los comentarios parecen implicar que los problemas que discuten son importantes para atraer y retener personal, pero las personas ambiciosas quieren esforzarse y crecer y avanzar al tiempo que se divierten, y la profesión de la auditoría, definida en algún grado como sumisión, naturalmente no está alineada con esos objetivos como la mayoría de otras profesiones que compiten. El mayor problema, tal y como yo lo veo, es que cuanto más buscamos elevar nuestro concepto de lo que la profesión de auditoría podría y debería ser, más reducimos la población de personas que se quieran dedicar a ella a largo plazo, especialmente en una época de despectiva arrogancia trumpiana…
Las opiniones expresadas son simplemente las del autor.
Esta traducción no ha sido revisada ni aprobada por el autor.