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Por John Hughes – La moneda de carbono: ¡Una tarea para los contadores del futuro!
Documento original: The carbon coin: a task for the accountants of the future!
Mi última publicación, que cubrió la discusión reciente sobre los créditos de carbón, llevó a que mi amigo Walter Ross me recordara la novela de “ficción climática” de Kim Satanley Robinson The Ministry for the Future [El Ministerio para el Futuro], que entre muchas otras cosas establece el concepto de una “moneda de carbono” mundial.
Como estamos en la temporada navideña, dediquemos un poco de tiempo en un mundo diferente al nuestro, si bien los dos en últimas pueden convergir ampliamente, ya veremos. Aquí está la noción:
(Los banqueros centrales) podrían emitir conjuntamente una nueva moneda única… una moneda por tonelada de dióxido de carbono equivalente secuestrada en la atmósfera ya sea no quemando lo que habría sido quemado en el curso ordinario de las cosas, o sacándolo del aire. Ellos prometieron establecer un límite mínimo en el valor de esta moneda de carbono, lo cual los expuso a gran peligro de parte de los especuladores que intentaban ahuyentar la moneda del plan: y predijeron un aumento en el valor de la moneda en las próximas décadas. Mediante hacer esas cosas hicieron que esta inversión fuera una cosa segura, asumiendo que la civilización misma sobrevivía…
De todas maneras, no es un supuesto completamente seguro, pero hacia el final del libro la moneda parece haber tenido un éxito sustancial (Robinson es un poco vago acerca de fechas y cronogramas, pero la siguiente valoración parece ser hecha alrededor del año 2050):
Durante un tiempo, en sus primeros días, parecía que la creación de monedas de carbono simplemente haría más ricos a los ricos, dado que algunas de las más grandes compañías de carbono fósil declararon su intención de secuestrar el carbón que poseían, y buscaron cobrar el pago correspondiente en monedas de carbono, y luego cambiar la mayor parte de esas monedas por dólares de los Estados Unidos y otras monedas, y hacer entonces inversiones en otros activos de capital, en particular propiedad, volviéndose entonces más ricos que nunca – como si todas sus utilidades futuras les fueran a ser pagadas al tiempo, a cien centavos de dólar, si bien sus activos ahora estaban abandonados por ser tóxicos para la biosfera y por lo tanto para los seres humanos.
Pero los bancos centrales habían trabajado en un plan para enfrentar esto. A las compañías de combustibles fósiles se les pagaba, sí, e incluso a la par, si eso significaba una moneda de carbón por tonelada de carbón secuestrado… (pero) los pagos por encima de cierta cantidad estaban siendo amortizados con el tiempo, y serían pagados, cuando llegara el momento, a interés cero… y con garantías, volviéndose por lo tanto un tipo de bono. Y luego las compañías fueron requeridas por ley y tratado internacional a hacer un trabajo con emisiones de carbono negativas con el uso de las monedas de carbón que se les dio, en orden a seguir calificadas para sus pagos… El resultado de esas decisiones de implementación de política fue que a las compañías petroleras y a los petroestados se les estaba pagando en proporción a sus activos abandonados, pero con el tiempo, y solo por realizar trabajos con emisiones de carbono negativas…
Obviamente, Robinson ha reflexionado tanto sobre esto que es casi sorprendente que no aborda cómo los contadores del futuro tratarán las monedas de carbono. Nosotros quizás podemos asumir alguna analogía con las discusiones acerca de las criptomonedas: si los elementos son activos intangibles o instrumentos financieros; si es lo primero, la aplicabilidad de la medición del valor razonable, y similares. En común con la discusión cubierta la última vez, la aplicabilidad de la contabilidad para las subvenciones gubernamentales puede entrar en juego, planteando la posibilidad de medición no-monetaria en el reconocimiento inicial; también está la cuestión de si, y cuándo, el reconocimiento de activos podría ser apropiado para esos derechos futuros. Pero mientras el IASB del pasado reciente declinó llevar a cabo cualquier emisión de estándar sobre los problemas cripto, podemos esperar que la importancia social y la prevalencia de la moneda de carbono llevaría a que el IASB del futuro diera una respuesta más comprensiva (Quiero decir, ¡Por qué no, dado que todos los otros problemas de contabilidad habrán sido resueltos completamente para entonces….!)
¿El plan funcionaría tan bien como el libro lo visualiza? El concepto de Robinson incluye certificación por equipos supervisados por el titular del Ministerio para el Futuro – los ejemplos que el libro trae de los esfuerzos de calificación incluyen “restauración de paisaje, agricultura regenerativa, reforestación, biocarbón y lechos de algas marinas, captura y almacenamiento directos de aire”. Aun así, parece probable que una porción de esos esfuerzos equivalga a menos de lo anunciado, y que sería prácticamente imposible que el esfuerzo de calificación se mantenga al día (aunque tal vez no, dado que el libro visualiza una “nueva burocracia de verificación… tan enorme que ningún banco podría permitírselo… por sí solo casi un plan de empleo de tiempo completo”). Los aspectos de interés cero / valor del dinero en el tiempo pueden complicar considerablemente las cosas, eliminando la valoración del valor de las monedas en relación con el de las reservas de carbono restantes; el volumen de la negociación en derivados indexados a todo ello probablemente eclipsaría el valor del mercado primario, quizás creando nuevos tipos de riesgos sistémicos. Pero quizás todo eso estará cubierto en la secuela.
Y yo debo enfatizar que la moneda de carbono probablemente ni siquiera represente el 1% del libro intricadamente imaginado de Robinson – es toda una hazaña de investigación, organización y evocación. Aunque no es particularmente navideño, si a usted le preocupa ello. ¡Pero de todos modos Felices Fiestas!
Las opiniones expresadas son solamente las del autor.
Esta traducción no ha sido revisada ni aprobada por el autor.