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Por John Hughes – La transición verde: ¿Sin utilidades, no hay problema?
Documento original: The green transition: no profits, no problem?
Implícitamente subyace a gran parte de la conversación acerca de ISSB, y acerca de la “transición verde” en general, el supuesto de que capitalismo y sostenibilidad pueden alinearse, que, si tenemos información suficientemente buena y estamos suficientemente centrados y capacitados, podemos resolver nuestros desafíos existenciales al tiempo que aseguramos retornos satisfactorios (quizás incluso mejorados) en los fondos de capital existentes. Esto sugiere una necesaria disminución gradual del desempeño de la indeseable y sucia actividad económica y uno correspondientemente más remunerativo en la deseable y más limpia; tal cambio debería estar claramente en marcha, dados el avanzado estado de la crisis y nuestra conciencia de él. Pero esto es de un reciente artículo de New York Times escrito por David Wallace-Wells, titulado Missing Profits may be a Problem for the Green Transition [La pérdida de utilidades puede ser un problema para la transición verde]:
En 2022, la industria global de petróleo y gas ganó cerca de $4 trillones, de acuerdo con el Fatih Birol del I.E.A.- dos o tres veces más utilidades que las que tuvieron en años anteriores. Esos ingresos ordinarios harían que la industria, si fuera un país, la quinta economía más grande del mundo, ubicándose a solo unos cientos de miles de millones del tercer lugar. En 2023, en lo que se considera fue un año malo, las cinco compañías más grandes se espera que envíen más de $100 mil millones en dividendos y recompras para los accionistas.
Para muchos activistas ambientales, esto parece como una abominación moral, y para otros un desafío para que la economía política lo resuelva: cómo desempoderar varias de las compañías más exitosas del mundo. Pero también ilustra una aparente paradoja acerca del estado de la descarbonización global: Si los renovables son la energía del futuro y la transición verde se está acelerando rápidamente, entonces, ¿por qué los dinosaurios de los combustibles fósiles están prosperando tan obviamente?
En “The Price Is Wrong” [El precio es incorrecto], (Brett Christophers) argumenta que, desde hace muchos años, quienes luchan por o debaten los méritos de la transición verde han estado demasiado obsesionados con el precio de la energía limpia y no se han centrado suficientemente en qué tantas utilidades se puedan esperar que rindan. Los consumidores pueden querer electricidad de bajo-costo, pero esa preferencia sola no es suficiente para construir una red limpia de gran tamaño o los parques eólicos y solares para alimentarla… Y según ese criterio, la energía renovable no está ganando sino perdiendo la carrera, con una tasa esperada de retorno mucho más baja que la que disfrutan los negocios de petróleo y gas. Christophers cita una encuesta que Bain realizó en el año 2023 que encontró que cada cuatro de cinco ejecutivos de energía consideraban que lo principal que hacía lenta la transición era la incapacidad para generar “retornos aceptables”.
Esto implica que la “nueva economía” hasta ahora no ha estado haciendo mucho para generar disrupción en los supuestos que prevalecen acerca de la riqueza y sus derechos; también está fallando gravemente en contrarrestar la cínica utilización de las iniciativas de sostenibilidad como ataques elitistas a la vida básica. Como uno de muchos ejemplos, tome la conversación acerca de los vehículos eléctricos, la sustancia de la cual principalmente es acerca de su efectividad en renovar las superutilidades de las compañías de vehículos para un nuevo paradigma, y solo en segundo lugar acerca de su practicidad y virtud general. Yo sugeriría, en contraste, que cualquier transición verde medianamente exitosa requiere inherentemente un retroceso de las expectativas financieras condicionadas por décadas de saqueo y crecimiento implacable, lo cual a su vez implica una recalibración social más amplia, una revolución de hecho.
Otro signo pequeño, pero revelador, de lo lejos que estamos de eso es la voluntad generalizada de presentar a Carlos III como un campeón de la sostenibilidad, cuando su aplicación del concepto es inseparable de su creencia en su propio privilegio y el manejo diligente de su propia riqueza obscena. Un artículo de New Yorker publicado en abril 2023 describió tales prácticas tan retorcidas como “en Highgrove, su querida residencia de campo en Gloucestershire… un equipo de cuatro jardineros se tumba boca abajo en un remolque mientras es arrastrado por un Land Rover que se mueve lentamente, para que puedan arrancar las malas hierbas”, y continúa diciendo:
En (su libro) “Harmony,” Carlos sugiere que la estructura más feliz, más justa, y más sostenible para los humanos se basa en los valores tradicionales de la comunidad, con los individuos disfrutando de las satisfacciones que da el trabajo y los consuelos de la naturaleza dentro de una estructura social sólida… Los tipos de sociedades preindustriales que Carlos admira estaban encabezados por un señor de la mansión, quien, a su vez, cedía ante un rey… Tal y como Carlos parece ver ello, un rey debería ser un convocante benigno a la cabeza de una jerarquía natural…
Un convocante benigno hacia quien fluyen todas las cosas, es decir, las recompensas y los beneficios de un nuevo mundo limpio no menos desproporcionadamente que los del viejo mundo feliz por el saqueo. Y como usted sabe, ahora es tan plausible que un contador siga una carrera bien remunerada en el campo de la sostenibilidad como en uno de los más tradicionales (recientemente ha habido aún más comentarios de que un campo como la auditoría puede verse desafiado hasta el punto de una crisis). Pero, tal y como antes he dicho, si el campo está suficientemente en auge como para satisfacer tantos deseos y ambiciones de grandes cantidades de dinero, entonces en primer lugar corre un grave riesgo de volverse otra manifestación del desbalance que subyace a muchos de nuestros problemas de sostenibilidad. Por ahora, ya sea con referencia a los monarcas o a los fondos de capital o a las nociones tradicionales de remuneración y diferenciación social, las grandes disrupciones, solicitudes y realineamientos siguen peligrosamente abajo en la agenda…
Las opiniones expresadas son solamente las del autor.
Esta traducción no ha sido revisada ni aprobada por el autor.