Por John Hughes – Problemas en la regulación de valores canadienses, o: reducción y ajustes
Documento original: Problems in Canadian securities regulation, or: shrinking and tinkering [6/06/2025]
El Globe and Mail recientemente publicó un artículo de opinión titulado Too long has the Toronto Stock Exchange been shrunken and battered. No more. [Durante mucho tiempo la Bolsa de Valores de Toronto (TSX) ha estado reducida y maltratada].
Está escrito por Bryce Tingle. Aquí hay algunos extractos:
La TSX tiene dos problemas entrelazados. Primero, tiene un régimen regulatorio (buena parte del cual está generado por las comisiones de valores de Canadá y otros terceros) que es considerado con considerable desdén por los emprendedores canadienses que están considerando cotizar en bolsa. (Las encuestas regularmente muestran que incluso los directores de las compañías públicas establecidas tienen un bajo concepto del régimen de gobierno corporativo que les imponemos.)
Segundo, este impopular régimen regulatorio es, de algunas maneras, peor que el de Estados Unidos. En ese país, el 90 por ciento de los nuevos listados tienen juntas escalonadas, haciendo que sea difícil reemplazar rápidamente a todos los directores. El noventa y cuatro por ciento no tiene mayoría de derechos de voto, lo cual significa que los directores a menudo permanecen incluso si la mayoría de los accionistas se opone a ellos. El ochenta y cuatro por ciento no permite que los accionistas soliciten elecciones especiales, lo cual les impide causar disrupciones entre las asambleas anuales. Y casi todas las compañías que salen a bolsa tienen en funcionamiento pastillas de veneno u otros tipos de defensas frente a las tomas de control.
Esas medidas en gran medida aíslan a las compañías ante la indebida influencia de los accionistas o de las tomas de control hostiles. Sin excepción, ninguna de esas disposiciones en las compañías recién cotizadas en Estados Unidos sería permitida en Canadá. (Esto) tendría sentido si los estudios empíricos mostraran que las compañías (que no están sujetas a) tales medidas se desempeñan mejor que sus pares. Pero la evidencia no muestra esto. De hecho, muestra lo opuesto.
Los mercados públicos en Canadá están llenos de largas listas de mejores prácticas a ser observadas por las juntas y los administradores en todas las cosas desde el tipo de personas que contratan, hasta las maneras como les pagan. Los procesos de la junta, que una vez fueron el sitio de experimentación y ajustes específicos-de-la-firma, ahora son prácticas de un-tamaño-se-ajusta-a-todo impuesto a los directores por actores externos.
Una vez más, ninguna de esas mejores prácticas está respaldadas por estudios empíricos como que beneficien el desempeño operacional de las compañías públicas. Los Estados Unidos, por esta razón, han preservado mayor heterogeneidad en su régimen de gobierno…
… Durante la mayor parte de las décadas pasadas, Canadá ha copiado de manera diligente las reformas realizadas en los Estados Unidos, incluso obligando mejores prácticas que permanecen voluntarias en ese país. Cualquier intento para mejorar las fortunas competitivas de la TSX requerirá diferencias entre los regímenes regulatorios de los dos países, prácticamente de maneras que remuevan los puntos de dolor para las compañías que consideren listar sus acciones.
Por supuesto, mucho de esto puede ser debatido – en general, la noción de los caóticos mercados de Estados Unidos como que evidentemente sean superiores de alguna manera parece trillado – pero es una lectura estimulante. Nosotros podríamos observar que los reguladores de valores canadienses recientemente han estado derogando unas pocas leyes, por ejemplo, mediante dejar a un lado el requerimiento (del cual muchas compañías de cualquier manera estaban exentas) de tener que proporcionar estados financieros auditados por los tres años financieros más recientemente completados en conexión con IPOs y otras transacciones; ellas usualmente presentan tales concesiones como respuesta a las condiciones actuales, si bien hace años era obvio que tal información de tres años nunca sería crítica-para-las-decisiones.
Por supuesto, a los reguladores les encanta modificar los requerimientos, ya que su lectura del “interés público” (un término tan maleable como cualquier otro que Ud. encuentre) zigzaguea. El problema para mí es que sus manipulaciones rara vez se explican o justifican en términos más que vagos. Durante la epidemia del Covid-19, por ejemplo, los reguladores canadienses proporcionaron una extensión general de 45 días para varios plazos de presentación, sin duda una respuesta popular a la demanda del público, pero una que es debatible: si los CSA estaban dispuestos a tolerar que los estados financieros no fueran registrados en sus fechas de vencimiento usuales, entonces difícilmente podrían decir que ello importaba mucho si también fallaban en ser registrados 45 días después (tiempo para el cual eran poco más que piezas de museo). Dicho de otra manera: si la información financiera formal no era necesaria para respaldar la negociación durante uno de los períodos más volátiles y cargados de riesgos de los que se tenga memoria, entonces ¿por qué sería necesaria en cualquier otro tiempo, más calmado? Pero los reguladores fallaron en reconocer la existencia de tales preguntas, y mucho menos responderlas.
Comparados con la U.S. SEC, en la cual los comisionados individuales regularmente expresan sus detalladas opiniones individuales sobre diversas propuestas y aspectos del régimen, la regulación canadiense está caracterizada por su brevedad: es quizás revelador que el “Diálogo” insignia de la Ontario Commission ocupe un solo día (no demasiado largo) del calendario, en gran medida lleno de discursos inadecuadamente fundamentados (observe, por ejemplo, cómo la OSC puedo pasar de destacar su entusiasmo por la ISSB y sus estándares en el Diálogo de 2023 a prácticamente descartar el problema de la sostenibilidad dos años después). No es que los reguladores estén obligados a responder acerca de todo en los medios de comunicación, pero podría haber sido refrescante si el artículo de Tingle (una vez más, difícilmente libre de críticas) hubiera originado (por ejemplo) alguna forma de comunicación que abordara sus puntos y proporcionara una explicación balanceada de por qué los requerimientos actuales son como son: por supuesto, esto no ocurrió. De hecho, la regulación canadiense de valores podría aprender mucho de la temible elocuencia e ideología arraigada de la Comisionada Hester Peirce. Incluso si yo prefiriera una ideología diferentemente fundamentada…
Las opiniones expresadas son solamente las del autor.
Esta traducción no ha sido revisada ni aprobada por el autor.