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Por John Hughes – Revelación de cambios materiales, o: ¡El muro se derrumba!
Documento original: Disclosing material changes, or: the wall’s falling in! [20-10-2024]
Esto es de un reciente artículo de opinión de Globe and Mail escrito por Douglas Sarro, un profesor de derecho de valores de la University of Ottawa:
Un próximo caso de la Supreme Court of Canada se refiere a la obligación de las compañías públicas para revelar inmediatamente los cambios materiales que ocurran en sus negocios, más que esperar hasta su siguiente trimestre financiero, para decirle a los inversionistas acerca de esos desarrollos.
Durante décadas, la Supreme Court y los reguladores de valores han interpretado de manera amplia la obligación para revelar los cambios materiales, fomentando que las compañías se excedan en la revelación de los nuevos desarrollos más temprano que tarde. Esto contrarresta la tentación natural de los administradores para revelar la revelación de los desarrollos negativos, quizás con la esperanza de que las cosas mejoren o al menos no parezcan tan malas como parecen en un principio.
Sin embargo, ahora, la Supreme Court está siendo invitada a reversar el curso mediante acoger el enfoque tomado por un juez de una corte inferior en Markowich v. Lundin Mining Corporation, quien consideró pensar que la revelación oportuna de las malas noticias solo es necesaria cuando haya una “amenaza para la viabilidad económica de [la compañía]” – una barra muy alta. Este enfoque haría que la obligación de revelación oportuna prácticamente no existiera.
Eso sería un error. La Supreme Court debe mantener el curso en su próximo caso de valores y defender su orientación de larga data.
Para explicarlo un poco más, el caso se refiere a la detección que hizo Lundin de una “inestabilidad en el muro de un pozo, que surgió de una cuña inestable, en un área localizada fuera de sus operaciones a cielo abierto”, y un posterior deslizamiento de rocas, con unos pocos días de diferencia del uno al otro en octubre de 2017; la compañía no reveló nada de esos eventos hasta boletín de prensa de actualización general casi un mes después. El demandante en el caso alegó que los casos fueron “cambios materiales” para “el negocio, las operaciones o el capital” de Lundin tal y como es definido por la legislación canadiense, de manera que la compañía debía hacerlos revelado inmediatamente mediante un boletín de prensa, seguido por un “reporte de cambio material” dentro de diez días. Pero, tal y como el artículo señala, el juez concluyó otra cosa, señalando en su sentencia:
No hay evidencia de cambio alguno para el negocio, las operaciones, o el capital de Lundin que surja de los eventos. El único efecto fue que la extracción de 15.000 toneladas de cobre se pospuso hasta 2020 o 2021, con algunos costos incrementados e ingresos ordinarios disminuidos surgidos de la molienda de cobre de menor calidad. El cobre postergado representó menos del 5% de la producción anual de Lundin, que ya estaba programada a ser reducida (por una menor cantidad) debido a una resecuenciación previamente planeada.
No había evidencia de que ni la Inestabilidad del Muro del Pozo ni de la Caída de Rocas originaran amenaza alguna a la viabilidad económica de Lundin… En todo momento, Lundin pudo continuar su negocio, operaciones y capital como una corporación global de minería.
Hubo una época en mi carrera en la que dediqué algo de tiempo preocupándome por la definición de “cambios materiales” y si las compañías públicas habían interpretado correctamente sus obligaciones, y estoy seguro de que en esa época habría estado entre quienes ponían sus ojos en blanco (o algo peor) ante la decisión de Lundin. Dejando a un lado la legislación de valores, la decisión parece aun más regresiva si es juzgada contra las realidades actuales, en las que el hambre de información y la capacidad (posiblemente relacionada-con-IA) para responder a ella han aumentado mucho más allá de lo que antes era imaginable. Puede ser que hubo una época en que el mecanismo pintoresco del reporte del cambio material era importante en ayudar a los inversionistas a estructurar su revisión del registro de la revelación de la compañía, pero ahora ciertamente este no es el caso; si la decisión se juzgara apropiada como una aplicación de los requerimientos existentes (supongo que no imposible, dado que no fue exactamente lo que escribí durante una pausa para el almuerzo), solo hablaría de la irrelevancia casi cómica de esos requerimientos.
Sin embargo, el artículo de Sarro toma una dirección de alguna manera inesperada: Señala: “Algunos participantes en la industria pueden sentir que reescribir el reglamento ayudará a reversar el importante declive en el número de compañías públicas canadienses desde el año 2.000”, y luego continúa:
Por ejemplo, la legislación de valores permite que los negocios obtengan capital ilimitado de los fondos de pensión y otras instituciones vía mercados privados. Esto puede no haber sido muy importante cuando la inversión institucional estaba en sus inicios, pero hoy, significa que los negocios pueden tener acceso masivo a enormes cantidades de capital sin tener que recurrir a los mercados públicos.
Si pensamos que más de esos negocios deben volverse públicos, quizás la respuesta es requerir que comiencen a asumir las obligaciones de las compañías públicas una vez que alcanzan cierto tamaño. Durante hace bastante tiempo las leyes de valores de los Estados Unidos han impuesto tal requerimiento – esa es la razón por la cual Google salió a la bolsa.
Usted puede criticar esta propuesta por interferir con los mercados libres o potencialmente amenazar nuestra competitividad, pero parecería que tiene más oportunidades de aumentar el número de compañías públicas en Canadá que desregular aún más nuestros mercados públicos.
Tal y como está escrito, esto parece esencialmente decir que los mercados privados deberían asumir diversas obligaciones que nadie pide realmente, solo para que los mercados públicos parezcan menos onerosos por comparación. No me parece una estrategia particularmente ganadora. De cualquier modo, la decisión de Lundin puede ser adecuadamente criticada sin necesidad de tomar un camino tan peculiar…
Las opiniones expresadas son solamente las del autor.
Esta traducción no ha sido revisada ni aprobada por el autor.