Por John Hughes – Sobre la virtud de la sencillez, o: ¡Agarrado en el puño y apretado!
Documento original: On the virtue of simplicity, or: grabbed in the fist and squeezed! [21/06/2025]
Un interesante artículo publicado en Canadian Accountant reflexiona sobre Por qué los contadores deben dedicar menos tiempo a los números y más tiempo a explicar los resultados.
An interesting article in Canadian Accountant ponders Why accountants should spend less time on the numbers and more time explaining the results.
Escrito por Philip Maguire, señala que “La combinación de requerimientos de valuación históricos y actuales en el balance general, el estado de ingresos y el estado de flujos de efectivo ha resultado en que los estados financieros son muy difíciles de entender sin explicaciones. Esas explicaciones están contenidas en las notas a los estados financieros, la discusión y análisis de la administración, boletines de prensa, conferencias telefónicas con analistas, reportes anuales y similares. Además, los estándares de contabilidad requieren explicaciones de los emisores del estándar y orientación de parte de las firmas de contabilidad en orden a que quienes registran la información puedan cumplir con los requerimientos”.
El artículo genera las siguientes conclusiones:
En la medida en que la complejidad de la presentación de reportes financieros se ha incrementado también lo ha hecho el volumen de las palabras. Desafortunadamente en muchos casos la narrativa solo adiciona confusión…
La meta de cada contador debe ser simplificar, más que complicar, la narrativa. Tal y como Steve Jobs dijo: “Sencillo puede ser más difícil que complejo: Ud. tiene que trabajar duro para limpiar su pensamiento y hacerlo sencillo. Pero al final vale la pena porque una vez que Ud. llega allí, Ud. puede mover montañas”.
Muchos contadores intentan impresionar al lector con su enorme comprensión de los problemas. Sin embargo, el contador que puede escribir un reporte en una página, por ejemplo, tiene que centrarse en el problema, las alternativas y la recomendación. No hay espacio para palabras innecesarias o elegantes.
Uno de los observadores más impresionantes de la naturaleza humana en el lugar de trabajo. Cyril Parkinson, señaló que “El trabajo se amplía de acuerdo con el tiempo disponible para su finalización”. Ésta es conocida como la Ley de Parkinson. Esta ley explica por qué muchas organizaciones se ven sobrecargadas con tareas administrativas a costa de la productividad…
Solo mediante escribir explicaciones concisas puede el contador dirigir a todos los niveles de la administración para que se centren en los orientadores más esenciales del negocio, dos o tres cuando más. De esta manera el contador puede hacerse cargo de los números y la narrativa y ser visto como esencial para el bienestar de la organización.
En esto claramente hay alguna verdad: a menudo se ha observado, por ejemplo, cómo los avances en la tecnología frecuentemente fallan en llenar los incrementos esperados en la productividad. Ciertamente no hay virtud en ser “elegantes” por su propio bien. Pero la administración Trump actualmente nos está dando un estudio de caso bastante complejo en evitar-la-complejidad, con resultados nefastos. Tal y como Esra Klein lo expresó (reconozco que gravitamos hacia las citas que nos convienen): “Una de mis críticas generales a la administración Trump es que quieren convertir problemas complejos en problemas sencillos. Quieren tomar fuerzas complejas que incluso no conocemos plenamente rastrear y convertirlas en una cosa que Ud. pueda agarrar con el puño y apretar”. Y para citar a Parul Shegal sobre historia/narrativa, tal y como antes lo he hecho, la narrativa “fomenta que pasemos por alto el hecho que es, primero que todo, un acto de selección. Los detalles son amplificados o silenciados. Aparentes irrelevancias son integradas o podadas. Cada decisión es un argumento, cada argumento una imposición de significado, cada imposición un ejercicio de poder”. En lugar de ello Sehgal sugiere “(poner) ideas e imágenes en tensión productiva, sin garantía de cierre o consuelo”, o la noción alternativa de “enjambre”, que “no contiene, como una historia (sino más aún) permite – contradicción, disonancia, duda, inmanencia pura, movimiento, un destino abierto, y un camino abierto”. Tales pensamientos parecen relevantes para enfrentar la complejidad del desempeño corporativo y su contexto. Pero, por supuesto, es lo más opuesto a la simplificación.
Dada la multiplicidad de las fuerzas económicas, políticas y de otro tipo que actúan en los negocios promedio, me parece extraordinariamente peligroso aconsejar centrarse en “los dos o tres” (¿implicando que el número preferido sería solo uno?) orientadores del negocio. Alguien tiene que hacerles frente a las implicaciones de toda esa información y revelación, ¿no es así? Si no son los contadores, si no es la administración financieramente-educada, ¿entonces quién? (¿O entregamos completamente esta área a la IA?)
Incluso si aceptamos que “la meta de cada contador debe ser simplificar, más que complicar, la narrativa, solo se puede reconocer que “la narrativa” es una herramienta de navegación que no tiene poder predictivo (como cualquier lenguaje preconcebido le dirá, los resultados pasados no necesariamente son indicativos del futuro, probablemente menos ahora que nunca). Una vez más, no hay virtud en que un contador busque ofuscar con detalle excesivo, palabras exageradas, como uh, ofuscar. Pero debemos ser extraordinariamente cautelosos en definirnos excesivamente en función de nuestro dominio de la sencillez. Después de todo, ya hay mucha competencia en este ámbito…
Aun así, si bien puedo no estar completamente con el corto artículo de Maguire, es más estimulante que muchos otros más largo. ¡En este sentido ha dejado claro su punto!
Las opiniones expresadas son solamente las del autor.
Esta traducción no ha sido revisada ni aprobada por el autor.