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Por estos días en Colombia, contadores de todos los estratos (de las grandes, medianas y pequeñas firmas, personas naturales, distintas agremiaciones y prestigiosos ex CTCP) están celebrando que los recientes direccionamientos de la economía en Colombia, y en particular la reforma tributaria, están fortaleciendo su trabajo profesional.
A nivel global hay aumento en la demanda de contadores, pero la oferta no está satisfaciendo esa demanda. Se necesita un tipo diferente de contadores, pero éstos quieren seguir en lo mismo de siempre, aferrados solo a las normas y a lo tributario. ¿Quién va a llenar el vacío?
La profesión está transitando caminos difíciles y no está encontrando soluciones efectivas para ser atractiva a las nuevas generaciones y fortalecer su rol fundamental alrededor de los números. Parece que las ideologías progresistas que la inundaron le han permeado bastante y no sabe cómo deshacerse de ellas.
El caso en Colombia
Por estos días en Colombia, contadores de todos los estratos (de las grandes, medianas y pequeñas firmas, personas naturales, distintas agremiaciones y prestigiosos ex CTCP) están celebrando que los recientes direccionamientos de la economía en Colombia, y en particular la reforma tributaria, están fortaleciendo su trabajo profesional.
Quizás el único que no está celebrando soy yo.
Los festejos son por lo relacionado con impuestos, la emoción porque “volverán los ajustes por inflación”, el triunfo del control de fiscalización, y porque “tendremos tarifas profesionales obligatorias”.
Alguna verdad hay en esto si se mira la abundancia de cursos, seminarios, conferencias y demás (presenciales y por Internet) relacionados con la reforma tributaria, los nuevos aranceles y otros cambios en la economía.
“Llenos completos”. Los organizadores están teniendo buenas audiencias y algunos réditos.
Se celebran logros inimaginables en el régimen sancionatorio, disminución de las sanciones (tributarias) desmedidas que ponían en riesgo el patrimonio de los contadores colombianos, adición de la planta de personal de la DIAN en 6000+ (esperan que todos sean contadores, pero no será así), mejoramientos al régimen SIMPLE, y otros.
En el corto plazo ciertamente son ‘ganancias’, pero pronto se esfumarán cuando empiecen a darse cierres de empresas, más devaluación y empeoramiento de los indicadores económicos.
La profesión vuelve a ser un oficio limitado a estar al lado del gobierno de turno y con marcado sello alcabalero. La técnica y la calidad profesional desaparecen dado que a los propios contadores no les interesan.
De acuerdo con mi entender, con la reciente reforma tributaria la contabilidad colombiana (que es una curiosa mezcla de normas viejas, normas NIIF e interpretaciones criollas) de obligatorio cumplimiento quedó hecha trizas y no tendrá utilidad alguna para la toma de decisiones:
Antes se decía que lo tributario pasaba por encima de lo contable. Ahora no será así porque lo contable desaparece como tal.
Ahora tendrá que hablarse ‘con el computador de la DIAN’, en el ‘lenguaje de la DIAN”, con la “interpretación de la DIAN” llena de multitudes de funcionarios que tendrán la facultad de “meterle la mano”. Muy posiblemente la planta de personal de la DIAN se llenará de ‘espías’ (¿para atemorizar las empresas?) y su transformación digital no avanzará.
Entre las ‘innovaciones’ contables que introduce la reciente reforma tributaria se destacan:
Para el cálculo de la ‘tributación mínima’ se usa la expresión ingreso valor razonable. Más por el afán de ‘innovar’, porque quienes saben de valor razonable entienden que en la contraprestación inicial ingreso y valor razonable son lo mismo, siempre y cuando tal contraprestación sea ‘en efectivo’.
Consolidar estados financieros es igual a sumar estados financieros y es igual a combinar estados financieros. Si bien su efecto inmediato es para entidades residentes en Colombia, cuyos estados financieros sean objeto de consolidación, evento en el cual se hace el desarrollo de la fórmula por la suma de los estados financieros de cada una de las entidades consolidadas.
Regalías no deducibles (de hecho, se aumenta la base gravable) … “porque las regalías son un derecho de la nación, el estado permite que un particular explote comercialmente los bienes que le pertenecen a la nación en el subsuelo”. Esto lo hace el Estado mediante el otorgamiento de las licencias de exploración y explotación. Con las regalías no deducibles se genera un doble costo: licencia + regalía.
Quienes necesiten información para la toma de decisiones financieras adoptarán los IFRS/NIIF sin contaminaciones (léase: “tal y como IASB e ISSB los emitan”):
Las adaptaciones normativas ahora se volvieron más peligrosas que nunca, tanto “para hablar con el computador de la DIAN” como para la toma de decisiones financieras.
Ciertamente continuará (y se acentuará) la carga regulatoria de enviar información para las superintendencias, pero ello será en cumplimiento formal, sin utilidad alguna real para la toma de decisiones financieras.
Está claro que no todas las empresas necesitarán hacer esta adopción (sin contaminaciones) de los IFRS/NIIF y no todas lo harán.
Para las decisiones financieras relacionadas con la Contabilidad y con la Sostenibilidad los estándares internacionales se convierten en la tabla de salvación en medio de un océano agitado.
Para la revisoría fiscal, la consecuencia es que privilegia su identidad tributaria (desde el lado de las organizaciones obligadas a tenerla) y de control de fiscalización (desde el lado de los revisores fiscales):
El proyecto que tramita el CTCP solo necesitará unos ligeros ajustes y queda listo para que se convierta en ley y se implemente, ¡para satisfacción de las mayorías!
El control interno, la auditoría interna (auditoría corporativa) y la auditoría de estados financieros quedan liberadas para que las implementen solo las entidades que sean capaces de adoptar los IFRS/NIIF (o los US GAAP) sin contaminaciones (léase: “tal y como IASB e ISSB los emitan”), privilegiándose el proteger los contratos mercantiles vinculantes y no tanto la institucionalidad como tal. Según las prácticas y los estándares internacionales aplicables.
Sé que muchos inicialmente dirán que no están de acuerdo conmigo. Ojalá yo esté equivocado.
El caso a nivel internacional
A nivel global las cosas no están mejores. Hay aumento en la demanda de contadores, pero la oferta no está satisfaciendo esa demanda. Se necesita un tipo diferente de contadores, pero éstos quieren seguir en lo mismo de siempre, aferrados solo a las normas y a lo tributario (Cfr.: Cumplimiento). ¿Quién va a llenar el vacío?
La profesión está transitando caminos difíciles y no está encontrando soluciones efectivas para ser atractiva a las nuevas generaciones y fortalecer su rol fundamental alrededor de los números. Parece que las ideologías progresistas que la inundaron le han permeado bastante y no sabe cómo deshacerse de ellas.
En Desprofesionalización de los contadores. Políticamente correcto vs incluyentemente correcto ofrecí unos datos relacionados, enfatizando el cambio en los valores con que los contadores se presentan a los mercados y el paso de oficio a profesión.
Ahondando en estas cosas, hay dudas respecto de si faltan contadores o si sobran contadores. En contaduría hay la tendencia de abandonar los números (finanzas duras) e incorporar enfoques progresistas (género, inclusión, etc.), que facilitan ciertos análisis, pero vuelven líquidas las instituciones asociadas con la contaduría, en un fenómeno similar a como lograron que el Estado se volviera líquido, haciendo que la práctica profesional se vuelva inefectiva (carente de calidad, más exigente a nivel de cumplimiento legal, menos recompensada) [Cfr. Bauman, Zygmunt y Bordoni, Carlo. Estado de Crisis. Paidós: Barcelona, 2017].
También hay dudas de si son los números los que están abandonando a los contadores. Los problemas de negocios y finanzas no dan espera a que los contadores puedan incorporar las soluciones que se necesitan y están recibiéndolas de otras profesiones y a través de otros procesos. De alguna manera explica el auge de la información no-financiera (información que no-es-IFRS, que no-es-GAAP) y otros sistemas de aseguramiento.
Ello se puede resumir en la pregunta: ¿Adónde fueron todos los desmenuzadores de números y qué se puede hacer para recuperarlos?
Adrian Wooldridge hace un intento de responder esa pregunta y logra ello con argumentos muy sólidos en un denso artículo que acaba de publicar con el título de The Accountant Shortage Threatens Capitalism's Future. Where did all the number-crunchers go, and what can be done to get them back? [La escasez de contadores amenaza el futuro del capitalismo. ¿Adónde fueron todos los desmenuzadores de números y qué se puede hacer para recuperarlos?]. Fue publicado el 1 de noviembre de 2022 en Bloomberg y el 2 de noviembre de 2022 en Accounting Today.
Es una lectura casi obligatoria para quienes quieren entender en profundidad estas cosas y aportar para avanzar en su solución.
Si bien los datos que aporta se refieren a Estados Unidos (“el grito que durante años ha estado saliendo de los contadores estadounidenses”), su alcance es verdaderamente global.
Aborda una problemática que cada día está requiriendo mayor atención: hay escasez de verdaderos contadores, ¡que hagan funcionar la contabilidad y revitalicen su valor!
Abre su artículo diciendo:
“El capitalismo no puede funcionar sin un sistema saludable de contabilidad. El paso del feudalismo al capitalismo en la Europa del Renacimiento y la Reforma solo fue posible gracias a la aparición de contadores profesionales. Y la escasez de contadores, o la falta de respeto por los contadores, ha significado problemas desde entonces. “Una y otra vez”, escribió Jacob Soll en su fascinante historia de la contabilidad, “The Reckoning: Financial Accountability and the Making and Breaking of Nations” [El ajuste de cuentas: accountability financiera y la formación y destrucción de las naciones], “las buenas prácticas contables han producido los niveles de confianza necesarios para financiar gobiernos estables y economías capitalistas vitales”, la pobre contabilidad y su consiguiente carencia de accountability han llevado a caos financieros, crímenes económicos, disturbios civiles y cosas peores”.
[Traducción de SAMantilla]
Luego ofrece unos datos interesantes sobre el pasado:
En la Florencia del Renacimiento, entre 4.000 – 5.000 de los 120.000 habitantes de la ciudad asistieron a escuelas de contabilidad en cualquier momento, estudiando el nuevo dispositivo de contabilidad por partida doble con su delicado balance de utilidad y pérdida. Cosimo de Medici (1389-1464) y otros banqueros italianos prosperaron porque llevaron cuentas impecables. Luca Pacioli, monje franciscano y matemático, escribió el primer gran libro de texto de contabilidad en 1494.
En la Holanda del Siglo de Oro, en los siglos 16 y 17, todos los niveles de la sociedad holandesa, desde comerciantes hasta prostitutas, practicaban la teneduría de libros por partida doble. La confianza del público en “los números”, tanto en el país como en el extranjero, le permitieron a Holanda lanzar dispositivos innovadores tales como la primera compañía negociada públicamente, la Dutch East India Company [Compañía Holandesa de Indias Orientales], en 1602 y la primera bolsa de valores. También permitió a los holandeses emitir bonos con un rendimiento confiable del 4%.
El culto a la contabilidad pasó luego a los países más grandes – Francia y España por un tiempo, pero más permanentemente a Estados Unidos e Inglaterra. Como director general de correos a mediados de los años 1770, Benjamín Franklin publicó una guía para la contabilidad por partida doble. En la persona de Gradgrind, en “Hard Times” [Tiempos difíciles], Charles Dickens satirizó la obsesión de los industriales británicos por los números.
Más adelante señala que si bien la buena contabilidad frecuentemente llevó a la prosperidad, la pobre contabilidad invariablemente llevó a la inestabilidad.
Pero también ofrece evidencia de que ahora las cosas no están bien:
“Todo ello sugiere que debemos prestar atención al grito que durante años ha estado saliendo de los contadores estadounidenses: que la profesión está sufriendo de escasez de talento. Bloomberg Tax calcula que el número de contadores y auditores empleados ha caído en un 17% entre 2019 y 2021.
“La escasez parece comenzar con el suministro. Menos de 100.000 personas toman cada año el examen de Certified Public Accountant (CPA) – el sine qua non para ingresar en la profesión – y cerca de la mitad lo reprueban. El número de candidatos a examen de CPA disminuyó 7% entre 2017 y 2018 mientras el número de candidatos que aprobó todas las cuatro secciones del examen disminuyó 6% (paradójicamente, los números disponibles sobre los contadores son bastante viejos). La matrícula universitaria en cursos de contabilidad cayó 4% entre 2016 y 2019. De acuerdo con Deloitte & Touche LLP, el 82.4% de los gerentes de contratación para posiciones de contabilidad y finanzas en las compañías públicas consideran que el reclutamiento es un ‘desafío grande’”.
[Traducción de SAMantilla]
Afirma de manera clara que los problemas del presente están complicados porque el suministro de contadores no se ajusta a la demanda de contadores: está disminuyendo el número de interesados en ser CPA y están aumentando las exigencias para el ejercicio profesional:
Los jefes corporativos quieren que les ayuden a ocultar todo lo que se pueda a los recaudadores de impuestos, simultáneamente en distintas jurisdicciones (y paraísos fiscales).
La rotación de contadores es muy alta y las exigencias cada vez son más crecientes.
Particularmente en auditoría la moral es baja y el retiro es temprano.
Las nuevas generaciones no ven que sea atractivo hacer carrera.
Los contadores también enfrentan más exigencias tanto en lo que se refiere a sus habilidades como a su tiempo. Ahora tienen que medir cosas que antes no se medían (p.ej., impacto de las emisiones de carbón en el medio ambiente).
Las sesiones de trabajo son maratónicas y difíciles. Es más probable que tengan que trabajar solos bajo presión que estar disfrutando la camaradería de los equipos.
Al preguntar ¿por qué el suministro no se ajusta a la demanda? señala que hay dos respuestas. Una, admitida a regañadientes por los contadores, es que los contadores no son geniales (‘cool’). Ello lo describe de la siguiente manera:
“Una pintura de Cosimo de Medici lo muestra sosteniendo sus brillantes y hermosos libros de cuentas. Es difícil imaginar a Elon Musk posando para un retrato similar”.
La otra, es que los salarios iniciales son relativamente bajos (incluyendo en las grandes firmas, que son las que mejor pagan) dados los exigentes criterios de entrada (la adquisición de la certificación CPA es equivalente a un grado de maestría, así como también aprobar un exigente examen profesional) y sus agotadoras horas de trabajo. Esto lo complementa afirmando:
“Para obtener las grandes recompensas, usted tiene que volverse socio senior de uno de los cuatro gigantes de la industria”.
Frente a estas cosas, está claro el problema a resolver (cómo hacer que la profesión sea más atractiva), pero las soluciones que se proponen parece que no convencen: ¿mejorar el pago?, ¿mejorar las condiciones de trabajo?, ¿Trabajar desde cualquier lugar? Wooldridge complementa esto con dos comentarios interesantes:
“La guerra por el talento terminó y el talento ganó”, dijo la semana pasada Tim Ryan, presidente de PricewaterhouseCoopers Corp. (PwC), la cuarta firma de contabilidad más grande del mundo con 300.000 empleados.
Mientras que un aluvión reciente de vergonzosos anuncios publicitarios muestra equipos multiculturales de contadores chocando los cinco entre sí, la contabilidad en el mundo real es una profesión abrumadoramente blanca que obliga a los nerds solitarios a sudar frente a las pantallas.
Agrega que el resultado obvio de la escasez de talento es una erosión en la calidad de las auditorías y de los otros trabajos que realizan los contadores, complicados ahora por los desafíos a resolver en relación con la medición de los intangibles, el impacto de la sostenibilidad y el uso de las nuevas tecnologías, temas para los cuales la profesión no tiene una respuesta y necesita acudir a consultores provenientes de otras profesiones y especialidades.
Sin embargo, vislumbra alguna esperanza cuando reconoce que los más recónditos problemas de la contabilidad todavía requieren juicio humano y sensibilidad política.
Me gustó el análisis que ofrece Wooldridge. Disfruté su lectura, sobre todo en el contexto de las nuevas perspectivas de la profesión en Colombia.
Para sobrevivir, ¿necesitarán los contadores aferrarse al sistema capitalista que los llevó al éxito y al reconocimiento o necesitarán adaptarse maleablemente a las nuevas condiciones económicas y sociales?
Ciertamente en volver a los números parece que está la clave para el éxito profesional de los contadores, mucho más allá de la mera sobrevivencia.
¿Contaduría está abandonando los números? ¿Los números están abandonando a los contadores?
¿Faltan contadores, sobran contadores?
¿Qué opina Ud. de estas cosas?
Exprese sus comentarios usando el botón que adelante se ofrece. Mucho mejor que no esté de acuerdo conmigo. Participe a sus amigos y relacionados estas cosas.
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